Demonio

La tentación de San Antonio (c. 1475), de Martin Schongauer (1448-1491).
En las religiones del oriente cercano, así como en las derivadas de las tradiciones Abrahamicas, incluyendo la demonología medieval cristiana, un demonio es considerado un "espíritu impuro", el cual puede causar una posesión demoníaca y puede ser expulsado por el ritual del exorcismo. En el ocultismo de Occidente y la magia renacentista (una mezcla de magia greco-romana, demonología judía y tradición cristiana3 ), un demonio es una entidad espiritual que puede ser conjurada y controlada. En la literatura muchos de los demonios fueron ángeles caídos.
Como con frecuencia se lo representa como una fuerza que puede ser conjurada y controlada, se pueden encontrar referencias a "buenos demonios" en Hesiodo y Shakespeare. En la actualidad, el buen demonio es generalmente un dispositivo literario (por ejemplo, el demonio de Maxwell).
Daimōn (δαίμων) es una palabra del griego antiguo para "espíritu" o "poder divino", similar al numen o al genio de la mitología romana. El Diccionario Merriam-Webster le otorga su origen etimológico a partir del verbo griego daiesthai que significa "dividir, distribuir." La concepción griega de un daimon aparece claramente en las obras de Platón, donde se describe así a la inspiración divina de Sócrates. Para distinguir al concepto clásico griego de su posterior interpretación cristiana, es usualmente aplicado el término daemon o daimon en vez de demonio.
El término griego no tiene connotaciones de maldad o malevolencia. De hecho, Eudaimonia (εὐδαιμονία), significa literalmente "buen espíritu", así como también "felicidad". El término adquirió su actual connotación malévola en la septuaginta (o Biblia de los 70 sabios) traducción al griego de la Biblia Hebrea ordenada por Ptolomeo IIº para la Biblioteca de Alejandría, pero basándose en la mitología de las antiguas religiones semíticas. Esta connotación fue heredada por el texto en koiné del Nuevo Testamento.
La concepción medieval y neo-medieval de un "demonio" en Occidente (véase: el grimorio medieval llamado Ars Goetia) deriva del ambiente de la cultura popular de la antigüedad romana tardía. Actualmente, los conceptos greco-romanos de daemons que pasaron a la cultura cristiana son discutidos (véase: daemon), aunque debe ser debidamente anotado que el término se refiere solamente a una fuerza espiritual, no a un ser sobrenatural malévolo. El "daemon" helenístico, eventualmente, llegó a incluir a muchos dioses semíticos y del cercano oriente, como fue evaluado por el cristianismo.
La supuesta existencia de demonios es un concepto importante en muchas religiones modernas y tradiciones ocultistas. En algunas culturas actuales, los demonios son aún temidos por la superstición popular, debido en gran parte a los mencionados poderes de posesión demoníaca en criaturas vivas.
En la tradición ocultista contemporánea occidental (quizá epitomizada en la obra de Aleister Crowley), un demonio -como por ejemplo: "Choronzon, el demonio del abismo"- es una metáfora utilizada para denominar a ciertos procesos psicologícos internos ("demonios internos"), aunque algunos consideran que pueden también ser tomados como un fenómeno objetivamente real.
Algunos estudiosos4 creen que gran parte de la demonología del judaísmo (véase: Asmodai) -además de ser una influencia importante en el cristianismo y el islam- se originó de una tardía forma de zoroastrismo, y fue transferido al judaísmo durante la era persa.


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